sábado, 9 de febrero de 2008

Opinion de Eugenio Espejo a Miguel de Santiago

Eugenio Espejo comparó a Miguel de Santiago con "los Ticiano y Miguel Ángel". El historiador de la cultura ecuatoriana fray José María Vargas, de la Orden de los Predicadores de Santo Domingo de Guzmán, afirmó que "M. de S. había llevado el arte colonial quiteños la máxima altura en el arte hispanoamericano". Y el guatemalteco Mario Monteforte. autor de "Los signos del Hombre: plástica y sociedad en el Ecuador" señaló que "Como ocurre con todos los buenos maestros, el trabajo de M. de S. debe tomarse como unidad porque constituye un solo discurso plástico e ideológico y que, históricamente, era inseparable de los albores de la conciencia nacional, como uno de sus datos relevantes"

Cincuenta años pintó este maestro que al decir de Espejo no era muy dado al trabajo pero que sabía cumplir sus compromisos. Uno de ellos, y gratísimo, fue el de pintar los milagros de la Madre de Dios con los devotos quiteños para la sacristía de la Iglesia de Guápulo, réplica del templo de Guadalupe y de los milagros déla Guadalu-pana con el indio mexicano Juan Diego.
El siglo XVII fue el de la devoción a la Inmaculada Concepción, título mariano que todavía no era un dogma de fe, pero que había sido ya elevado a la categoría de insigne misterio por el Papa a petición del Rey de España. En estos milagros, incorporó M. de S. el paisaje de los Andes quiteños, el sol ecuatorial, la tierra erosionada, el verdor de los valles. Y pintó bellas inmaculadas para otros clientes. La Inmaculada de Guápulo, 'de tamaño casi natural, en ademán de aplastar la cabeza de la serpiente, se llena de dinamismo en la figura y en el vestido. Al adelantar el pie derecho busca el equilibrio levantando ligeramente los brazos como alas en el aire para procurar que la mirada tienda hacia la acción de la victoria.

Publicado por: Diego Caisapanta

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